Matagorda, en el municipio de El Ejido, es parte de la Baja Alpujarra, una zona árida que se ha desarrollado en el último cuarto de siglo debido a la explotación de los cultivos bajo plásticos, experimentando un gran aumento demográfico.
El proyecto parte de la premisa de ser una arquitectura compacta y sencilla. En estrecha relación con el paisaje de cultivo y con su entorno más inmediato, el edificio se concentra en el límite norte, liberando el resto a modo de espacio de acogida y mirador hacia el imponente “mar de plástico”.
El edificio se organiza a partir de la adición de volúmenes de distinta escala, a modo de “tetris” volumétrico. Los diferentes usos propuestos: pista deportiva, aulas-taller, sala de reuniones, aseos y vestuarios se formalizan según sus necesidades de espacio y orientación, vinculándose entre sí para optimizar las superficies de circulación interna.
Las decisiones constructivas del edificio se desarrollan procurando que la racionalidad, eficacia, economía y sensatez del diseño sean los valores que suplan una necesaria restricción presupuestaria, faciliten la ejecución y garanticen una buena durabilidad de la obra. La imagen exterior del edificio se configura mediante la pulcritud de muros de hormigón prefabricado blanco entre paños acristalados matizados por celosías. Dispuestos en vertical, los prefabricados de pavi-césped, crean un paño de protección visual y térmica que, en el pavimento, recuperan su posición original. El juego de sombras entre volúmenes y el contraste entre las diferentes texturas y opacidades de los mismos, otorgan de cualidad plástica al conjunto.